Pretextos para comer azúcar
Me declaro tragón profesional, sí, soy facilito para eso de la comida y no me puedo resistir al llamado de mi estómago gritando feroz como él es -¡tengo hambre!-, pero esta anécdota no trata de mí, no, esta es de mis amigas Libertad y Liliana que un día, como a eso de las 9:30am fueron a la tienda para poder soportar la dura jornada laboral sin desvielarse, y comprar algo nutritivo y sano, porque bellas todas ellas, decidieron que debían hacer dieta y ya no sobrepasarse en eso de las calorías.
Entonces comenzaron a surtirse pero bonito, que una peletita, ¡que tanta azúcar puede tener una paletita!, que unos chicles, sin azúcar claro, y así hasta llenar la cajita que llevaban para guardar sus cosas (creo que es importante aclarar que la “cajita” es como del tamaño de una de zapatos… míos). Y al final ¡el chocolate!; -No eso sí que no.
De pronto un pastelito de chocolate (ver foto) brincó a la caja (eso dijo Liliana, yo no le creo nadita). Este delicioso manjar fue causa de una aguerrida discusión donde al final se impuso la razón, la cordura, la moderación, la fuerza de voluntad y la lógica al leer en la envoltura la palabra “Latte”.
-No, chocolate no, amiga, quedamos en ya no excedernos- Dijo Libertad muy firme.
-Pero mira, aquí dice que es LIGTH- dijo Liliana convencida de su francés.
Y entonces Liliana no lo pensó dos veces e inmediatamente y sin remordimiento serró la caja con el chocolate “LATTE” dentro, pagaron echas la mocha y salieron de la tienda antes de que el angelito bueno, ese que se aparece en el hombro pudiera reaccionar y hablarles al oído, y veloces cual gacelas salieron de la tienda, gritando como en las películas mexicanas de la Época de Oro ¡Ábranla que lleva bala! y chocolates Latte, o Light, dependiendo de cómo mire uno el vaso ¿verdad?
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