El asesinato
Más o menos 8:40 am, no me fijé bien, pero por caprichos de mi estómago a esas horas salgo del trabajo a la tienda para comprar un pan que me aplaque la tripa. Me ofrecí a traerles algo a mis compañeros, sólo Juan José me encargó unas barritas. Me dio cinco pesos.
Ya en la tienda descubrí que las Barritas cuestan nueve pesos, le tomé una foto al baner (se trata de un juego entre ambos) para demostrarle a mi amigo el precio; en ese momento escuché la descarga. Creí contar 6 balazos, la dueña de la tienda dijo después que cuatro. No lo sé. Ella estaba afuera y vio gran parte del movimiento.
A media calle hay un kinder y estaban llegando las personas a dejar a sus hijos. Una camioneta verde, vieja, llegó, se estacionó frente a la escuela y el conductor fue asesinado a quemarropa. El primer tiro destrozó el cristal del piloto y los demás fueron a parar a su cuerpo. La calle estaba llena de gente llevando a sus niños al jardín. Por increíble que parezca nadie vio al asesino. La dueña de la tienda, espantada le gritó a su marido, en ese momento atendiéndome, que saliera a buscar a su papá porque estaba en el kinder. Él salió, lento, con precaución por supuesto. Todos los demás salimos detrás.
Vi caos en la calle. Mujeres que ya habían dejado a sus niños regresaban corriendo y gritando. Personas mirando a todos lados, desorientados. La tendera nos dijo que le habían disparado al de la camioneta y fijé mi atención ahí. Un hombre se acercó al vehículo y corrió a la puerta contraria. Dio toda la vuelta para sacar a la niña que estaba sentada en el asiento del copiloto, después la metió a la escuela, cargándola. La niña, de unos cinco años, estaba en shock.
Fui, el morbo me movió, descubrí que el hombre baleado se llamaba Juan. Vi que le sangraba el oído, pero no me acerqué más. Se movía muy poco. Todavía estaba vivo.
-¡Juan! Todavía está vivo. ¡Juan!- Lloraba una mujer en la entrada de la escuela que vio lo mismo que yo. Otras la abrazaban. Se escuchó que alguien pidió llamar una ambulancia, nadie le hizo caso. Otros documentaban en video con sus teléfonos. Se empezó a detener el caos de hormiguero y los mirones rodearon la camioneta a distancia. Yo miraba de más atrás. Nadie se acercó.
Se escuchó la primera sirena de policía y la gente retrocedió aún más.
Suficiente. Yo me retiré. Miré llegar la primera patrulla mientras me alejaba, me encontré a otra en el camino, fue todo para mí. Debía trabajar.
Alguien murió hoy con violencia, como todos los días, pero esta vez me tocó verlo a mí.
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