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Guansaponatáin

Dostoievsky puede esperar

Dostoievsky puede esperar

Después de infinidad de contratiempos pude llegar, toqué el timbre de la casa de un amigo, compañero universitario, para comprarle su primera novela, "Entre el amor y el silencio", pensé que no llegaría nunca, quedamos de acuerdo un día antes de que yo pasaría entre las once y el medio día, pero mis actividades sabatinas son extensas. Tuve que llevar a Sebastián a Xpresión a sus clases de teatro, después ir al psicólogo a llevar a Katia y a Iñaki porque por culpa de una película "Lo que el agua se llevó" mi hijo menor no quiere hacer del dos en la taza de baño. Pensé en ocupar ese lapso de tiempo para ir por el libro, Clavería no está lejos de Tlatelolco, llegaría máximo en media hora, tardaría poco más de una hora en ir y venir así que saldrían antes de que regresara, pero fuera de la clínica hay un bonito parque donde me esperarían. 

Ese era el momento, los dejé y caminé hacia Avenida Camarones pero como dicen, hombre precavido vale por dos, llamé a mi amigo, estaba en Polanco, él también venía de regreso, medí mi tiempo y caí en cuenta que si lo esperaba tardaría mucho más y ese era otro inconveniente porque a la una treinta tenía un taller de teatro. Le dije que iría cuando saliera, como a eso de las cuatro treinta.

Llegó el momento de salir ¡y estaba lloviendo! ¡Fuerte! Un amigo, Sergio Robel, nos dio un aventón al metro La Raza y de ahí, para Tlatelolco, tenía que ir, o sea, ya se lo había prometido, ya le había quedado mal varias veces y hasta me había puesto una dedicatoria en el libro... No me sentía bien dejarlo así, aunque el no estaba en su casa el libro me lo entregaría su mamá, así que hicimos acopio de valor mi familia y yo para enfrentarnos a la lluvia y fuimos para allá, por fortuna, cuando salimos del metro ya no estaba lloviendo.

Su mamá me entregó el libro, me dio gusto ver con que orgullo lo ponía en mis manos, me sentí contento por él, sé como quiere a su madre y creo sin dudarlo que este es el mejor regalo que ha recibido de su hijo, un libro, y no me refiero a lo impreso, sino al significado de ver a su hijo realizarse y lograr un objetivo importante. Disfruté mucho esta escena.

Miré la portada y leí "Entre el amor y el silencio" de Ricardo Salazar. Lo empecé a leer al día siguiente, y que agradable lectura, por cosas de la vida leo en el metro, casi toda mi historial literario ha crecido en los vagones del metro, pero este libro es para leerlo sentado en tu sillón más cómodo, con un buen café.

No niego que para empezar a leerlo tuve que hacer algo que no me gusta, dejar inconcluso otro libro, en ese preciso momento estaba leyendo "Los hermanos Karamosov" de Dostoievsky, pero creo que un evento así no nos ocurre mucho en la vida... No me arrepentí, tengo un modo peculiar para catalogar una lectura, película, obra de teatro, ¡vamos!, expresiones artísticas, y ese modo es “la sensación que me deja”. El libro lo recuerdo con una sonrisa, como de nostalgia por una niñez recordada de repente, como algo agradable que ya fue; ah, pues como ya había dicho, un libro para una tarde lluviosa y un café a la luz del atardecer. Así me supo la lectura. En lo particular no pude evitar ponerle la cara de Ricardo al personaje principal, será porque lo conozco, pero así lo vislumbre; me divertí, me reí, sufrí con el héroe sus travesías y puedo decir que con las descripciones casi conocí a sus compañero de cuarto, amigos y pareja.

Después de leer el libro te deja optimista, viendo para adelante, y aunque redunda en un ambiente gay, eso es lo de menos. Los personajes sufren, ríen y gozan como humanos que son, creo que esta es una de las virtudes de “Entre el amor y el silencio”, darle al mundo gay la particularidad del ser humano, de recordarnos que son personas como tú o como yo, que llevan una vida normal y además, desmitifica muchos tabúes que tiene la sociedad actual donde los pinta casi como monstruos. ¿Cuántas veces hemos oído a los niños en la calle decirle a uno de sus amigos “puto” con tono tan demoledor que el simple hecho de escucharlo causa burlas entre los demás niños? Tal parece que lo utilizan como uno de sus mayores insultos. Ahora, no quiero meterme con la forma de conceptualizar cada palabra despectiva que se refiere a la homosexualidad, porque sería irnos a unos niveles en donde los niños ni siquiera son partícipes, lo cierto es que lo toman como insulto, y que esto viene desde sus padres.

Sería bueno este diálogo para poner todo a la par:

-Pinche Juanito, esa niña quiere contigo, se ve que es bien facilota y ni la pelas, eres bien puto.

Y los demás afirman maliciosos.

Entonces juanito se le enfrenta y le dice.

-Te vale, piche Ponchito "misógino".

Todos los niños se detienen impactados, y con expresión de asombro se alejan de Juanito, porque dijo “la palabrota”.

 

No nos metamos más en honduras, pero en lo personal me parece en extremo denigrante ser un hombre que odia a la mujer y no le veo nada inhumano a una persona que ejerce su sexualidad como mejor le parezca (supongo que a quien le molesta es porque no puede soportar su propia morbosa imaginación).

Regresando al libro, es recomendable, es divertido, humano, son letras que parece que sienten, son palabras de amor a la vida, léanlo, se la van a pasar muy bien, y por último quiero contar esto: antes de empezar a leerlo me cuestioné si debía dejar a un lado “Los hermanos Karamasov” por leer “Entre el amor y el silencio”, y sí, lo hice, y estuvo bien, fue refrescante, además, no era para tanto, digo, ahora ya lo retomé; simplemente en ese momento me dije a mí mismo, Dostoievsky puede esperar. 

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