Blogia
Guansaponatáin

El mejor regalo de toda mi vida

El mejor regalo de toda mi vida

En la escuela de Sebastián organizaron el festival del Día del Padre, que en realidad fue un remix del festival del Día de la Madre (vi el video), pero con una canción de más, que precisamente cantaron los alumnos de primaria segundo B, o sea, el grupo de mi hijo.

Yo iba más preocupado por irme a trabajar que por el evento, pero bueno, Sebastián quería que fuera. ¿Cómo decepcionar a tu niño cuando se esforzó por aprenderse una canción por ti? Nos dieron la bienvenida y presentaron el primer número interpretada por ellos, segundo B, empezó la música y se me hizo un nudo en la garganta al ver entrar corriendo a mi hijo buscándome con ojos desesperados entre todos los papás.

A mi no me pareció un inconveniente quedarme atrás porque por mi estatura no me estorbaba nadie para poder ver, pero Sebastián no me localizaba y noté que eso lo angustió, así que me estiré lo más que pude para que me ubicara. Yo lo miraba y seguía con mi nudote en la garganta, no tardó en encontrarme, su cara se iluminó, me echó una sonrizota y siguió su coreografía con las notas ¡Hoy tengo que decirte papá! que más que cantar, gritaba. No me quitó la mirada de encima, cantó todo el tiempo mirándome a los ojos, feliz. En cuanto empezó a cantar se me salieron las lágrimas (ya se me salieron otra vez, nomás de acordarme), pero tenía que verlo, no podía perderme eso, así que no me agaché y dejé que se escurrieran, pero por nada iba a permitir que me estorbaran nublándome la vista... Debo admitir que me aguanté al principio, pero mis ojos no. No me importó que me vieran los que estaban junto a mí.

Terminó la canción y Sebastián me gritó desde en medio de la pista, -¡Pásate para adelante, papá!-, cosa que hizo reír a toda la gente y además, provocó que más personas se dieran cuenta de que yo estaba llorando a moco tendido.


Al final, la directora les dijo a los niños que buscaran a sus papás y les dieran el regalo que tenían para ellos. Sebastián corrió impaciente buscándome entre todo el desorden de chamacos, le llamé y volteó, corrió hacia mí, lo abrace y me entregó una taza con la letra de “Hoy tengo que decirte papá” que voy a cuidar siempre, como a un tesoro... Como al tesoro que me la regaló.

El mejor regalo de toda mi vida: Una canción y una taza.
Ustedes se preguntarán cómo lo sé si todavía me queda vida. Pues sólo lo sé.

0 comentarios