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Guansaponatáin

Como ensartar al baquetón o del Cerdito rojo

Como ensartar al baquetón o del Cerdito rojo

Baqueta: persona insolente, descarada (según la Real Academia Española).

 

Ensartar: Coger, humillar, chingar (según yo).

 

Jueves 7 de abril.

 

Veníamos de un ensayo de Sebastián para su examen final de la escuela de actuación y nos subimos al metro en Buenavista, eran más o menos las 7 de la noche, o sea la hora pico, y pues ya sabrán, como es la primera estación de la línea, al abrir las puertas parece reja de rastro, liberada para que los cerditos salgan a comer tortillas duras; todos se avientan, muerden y meten cuerpo cual tacle de la NFL. Nosotros entramos después de todos estos animalitos, bueno, nosotros y las mujeres, porque como todos sabemos, los "cerditos que alcanzaron tortillas (asientos)" fueron puros del género macho.

 

La cosa quedó así, el vagón era de los que traen los asientos dobles espalda con espalda y uno individual, de los que tienen el letrerito con dibujos indicando que el asiento se seda a mujeres embarazadas, ancianos y no sé que más... Bueno pues los animalitos mágicos, se sentaron y se durmieron. ¿A poco no es magia la forma en la que ganan el lugar y después del momento de adrenalina, de inmediato se quedan dormidos? (Eso sí, con un ojo abierto, no sea que llegue un predador mayor) Entiéndase como predador mayor a una viejita, mujer embarazada, etc.

 

Yo iba parado en medio del pasillo, donde se unen los asientos dobles espalda con espalda, cargando a Iñaki, que influenciado por la sustancia mágica-dormilona del metro, se me quedó dormido en el hombro, luego iba Katia, Sebastián entremetido en el espacio que dejan las piernas (o patas) de los "dulcesueños", y junto a él una señora embarazada, con la espalda resguardada por su esposo.

 

Pensé en la pocamadrés de estos bueyes (perdón: cerditos) que teniendo a la futura madre en frente y habiéndola escaneado con el "ojo atento", ninguno se hubiera levantado para darle el asiento... Digo, yo traía cargando a mi hijo, y mi recorrido fue de 15 estaciones, pero obviando la mentalidad de los animalejos, me dije, bueno, pues ya me chingué, a cargar al chamaco, ¡pero la embarazada!, ahí si que no mamen los bueyes... Ah, perdón, los cerditos.

 

Entonces, después de como diez estaciones recorridas, y de ir todos apretujados porque además el tren iba hasta la madre de gente, me reclamó el cerdito rojo que traía junto a mí, todo indignado el idiota -Me viene ensuciando el niño-. Yo ni me había dado cuenta, porque venía más preocupado por contener el peso de Iñaki, y de los demás que venían recargados en mí, pero Katia de inmeditato le respondió toda agresiva -Pues que no ves que viene dormido el niño-. Entonces Salvador (O sea yo) intervino, todo educado el muchacho, y dijo- Discúlpame amigo, no me había fijado, pero si te paras y le das el lugar a la señora embarazada, ya no te vamos a ensuciar más-. Y en mi favor (porque el cerdito rojo estaba re grandote y fuertote) la gente se carcajeó, lo que supongo lo retuvo. No me esperé esa reacción del público, la verdad yo lo dije lo más irónico que pude, pero no esperé que la gente reaccionara. Entonces el cerdito rojo se levantó, pidió disculpas y todos felices...

 

¡No es cierto! nomás vi su geta de odio por el reflejo de la ventana, por donde me venía echando ojos de pistola, y yo, tan amable, le sonreía; se hizo un poco para adelante para que no lo tacara el tenis de Iñaki y siguió sentadito el hombre... Ah que la... El cerdito pues.

 

¿Qué orilló a este pedejete a llevar a cabo un acto tan estúpido como reclamar esta situación? Seguramente la poca educación y cultura machista mamada en su casa. Obvio tuvo una madre golpeada que nunca se atrevió a contradecir al monigote del padre y mucho menos a darle buenos modales al hijo.

 

Por supuesto que el cerdito rojo, de ahora en adelante llamado "pendejete" por su acto que lo degrado en la escala unos peldaños más, dejándolo todavía abajo de los niveles de idiota, macho, burro, retrasado mental (ojo, no dije Síndrome de Down, sino retrasado mental), indio (ojo, dije indio, no indígena), naco y anexas, tuvo que soportar por su poca educación la risa de muchas personas durante todo el viaje, porque cuando nos bajamos, todavía estaban unos chavos que no dejaban de reírse de él, pero eso sí, ya pudo sentarse muy cómodo.

 

Yo, en su lugar... Bueno, en primera no lo hubiera hecho... Yo en su lagar, me hubiera aguantado el piecito del niño o simplemente me levantaría, pero lo dicho, la educación pobre del pedejete no lo dejó ver lo que podría avecinarse de una simple respuesta educada (pero muy mordaz) a sus malos moditos de pedir las cosas.

 

¡Es que lo pienso y lo pienso y no lo puedo creer! ¿Cómo se atrevió el pendejete, viendo la situación?

 

 

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