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Guansaponatáin

¡De violista a violinista!

¡De violista a violinista!

Tuve, en el estricto sentido artístico, una lección de mí para mí mismo. Ja.
Suena raro pero así fue.
Después de ver, primero la película y luego la puesta de OCESA de “El violinista en el tejado” me preguntaba ¿por qué la siguen montando? Y no lo entendía. La palabra aburrido se quedaba corta en mi definición de esta obra, pero hoy, me cerraron (y me cerré) el pico de forma magistral. Confieso que después de dos experiencias (una muy mala, de OCESA, y otra pasable, de la vieja película) no quería una más, pero le di chance al dicho que versa “la tercera es la vencida”.

Y la tercera fue magia. No pude identificar en esta versión qué fue lo pesado de las anteriores, recuerdo de las experiencias pasadas la sensación de querer irme ya. Tengo un medidor interno que, en los cosos malos, me habla y pregunta ¿a qué hora acaba esto? Bueno, pues ahora ni siquiera se acercó tantito a mí, me dejó ver, disfrutar y sentir (sentir mucho, en la piel, en los poros las emociones de este judío lleno de amor a su familia).

Creo que “El Violista en el tejado” es una lección de evolución, una lección de soltar e ir para adelante, de luchar contra ti mismo y las costumbres arraigadas que son tan difíciles de soltar. Y el que lo permite en este escenario es un hombre valeroso; Tevye es un ejemplo de humanidad, porque se da la oportunidad de reflexionar sobre sus arraigos y pasar sobre ellos con una inteligencia valiente que lo deja enfrentarse al pasado, para salir victorioso, en sus convicciones, hacia el futuro.
Si hubiera en el mundo muchos Tevye otra cosa sería.
Disfruté como tenía mucho tiempo no disfrutaba un musical. Me callé la boca a mí mismo, y cómo Tevye, de ahora en adelante no juzgaré por prejuicios. Este es un musical hermoso, con sentimientos, que en mis dos experiencias anteriores no capté, y no por la dramaturgia, quiero aclarar, sino por la "forma" de plasmarla del equipo creativo. Ahora esta misma forma la aprecio y agradezco.
El arte vive de transmitir sensaciones; esta obra me llenó de sensaciones, y eso se agradece.

¡Cuanta diferencia puede haber en el mismo producto por el simple hecho de la pasión con la que se vive, con la que se mira, con la que se visualiza, y con la que se trabaja!

La producción de Bernstein-Peralta vale mucho la pena.

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